Entre que empezamos a beber en el Dos Gardenias y llegamos al hotel pasaron cosas, pero convenientemente decidí elipsarlas en el anterior capítulo.
Fingiendo encontrarme mal, salí afuera y hablé con un taxista. Le dije que fuera al hotel Riviera sobre las 7:30 y esperara por mí. Apenas llevaba dinero encima y le ofrecí como pago mi cazadora. Mi preciosa cazadora...
Como os dije, llegamos al hotel, desayunamos y subimos a la habitación. Área se durmió enseguida y yo bajé para encontrarme con el taxista. Allí estaba. Me subí al coche y le indiqué la dirección.
Hacía unos minutos que había amanecido, más o menos los mismos que llevaba el edificio abierto. Pagué la entrada, 2 c.u.c., y fingí prestar atención a las fotos expuestas. Yo buscaba una en concreto. No me fue difícil encontrarla. La verdad es que mi plan había salido mejor de lo esperado. Vale que había estado saboteando sutilmente la investigación, pero me sorprendió la facilidad con la que el resto de agentes decidió olvidarse de la misión y emborracharse. Esperé a que no hubiera nadie cerca, descolgué el marco y saqué la foto. Nuestra misión, la que nos había encomendado las SSA, era destruirla. La mía era robarla y llevarla a España. Era esencial para los planes de futuro de la empresa para la que en realidad trabajaba.
No sabía que hora era, pero tenía que volver al hotel antes de que los demás repararan en mi ausencia. Subí por las escaleras de servicio y accedí a mi habitación desde el exterior, por el balcón, justo en el momento en que llamaban a la puerta a patadas.
Llegamos a España cansados pero con un nuevo futuro por delante. Habíamos decidido abandonar las SSA y matricularnos en Ingeniería de Caminos en A Coruña. Antes de dirigirme a la universidad fui al despacho de mi jefe para hacerle la entrega de la foto. Esa foto del Che que tantas camisetas iba a adornar. Salí de Inditex un poco más rico y sabiendo que acababa de contribuir a que el mundo fuera un lugar un poquito peor.
Epílogo
Llegamos a Varadero un poco más tarde de lo previsto debido a que salimos más tarde de lo que debíamos por mi culpa. De camino vimos lo que los cubanos consideran una de sus maravillas ingenieriles. Era un puto puente pixelado. En Varadero pasaron cosas pero no tan intensas como en La Habana. Ahí ya nos dejamos llevar y éramos simplemente estudiantes de paso de ecuador, con todo lo que eso conlleva. Hubo varias anécdotas. El hotel resultó ser una auténtica basura. Descubrimos una zona en la que aún vivían como en la edad media y Lenny, el consultor civil de nuestro grupo, se cagó en los pantalones en un taxi en el que iba yo.
The End
Eh, que hay créditos. Todo lo aquí contado pasó de verdad. Es una historia basada en hechos reales, y como tal hay documentos gráficos que lo demuestran.
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| La primera vez que nos veíamos en Vigo. Faltaba el agente M que nos esperaba en Madrid. Metiéndonos en el papel de descerebrados estudiantes, sobre todo el imberbe personaje del gorro. |
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| Los coches curvilíneos que aparecieron en los 50 en la isla. Llegaron a una playa todos, al lugar que por ese motivo ahora se llama Varadero. |
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| Subidos a unos de esos coches y aprovechando para ir inspeccionando la ciudad en busca de la foto del Che. |
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| Momento en el que el carruajero le daba información clave que al final no serviría para nada al agente R. |
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| Los cocotaxis. Ni estando aparcados parecen seguros. Un prodigio de la aerodinámica. |
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| En el hotel Ambos Mundos, echándole un vistazo al mapa que nos acababan de dar donde salían los posibles lugares donde estaba escondida la maldita foto. El agente A señalaba un punto que estaba a tomar por culo y que nunca llegamos a inspeccionar. |
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