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martes, 15 de enero de 2013

Cuba (Parte III)

..A. Pertenecíamos a las SSA: Super Secret Agencies. Las SSA son un conglomerado de agencias supersecretas que se dedican a hacer cosas supersecretas con métodos supersecretos. 
Esto me recuerda al juego de decir superhéroes: Superman, Superwoman, Superbatman... No, espera. Superman, Superwoman, Superperro, Supercebolla, Superchero, Superro, Supercalamargigante, Superación...
Bueno, el caso es que éramos unos badasses y la gente no lo sabía. Cada uno de nosotros tenía una tarea específica en el global de la misión. Nadie sabía qué era lo que hacían los otros. Es más, había que saberse muy con pinzas lo de uno mismo para que en caso de captura y tortura no revelar datos importantes sin querer. Sí se sabía que la mitad más o menos eran agentes de campo y la otra mitad se encargaba de la parte logística y teórica. Así nos separaron en el avión para fomentar los vínculos con los agentes con los que nos tocaría trabajar codo con codo. 
Las premisas para actuar en público eran sencillas: comportarse como si nunca antes hubiéramos salido de casa. Que se notara fuerte que éramos estudiantes españoles. En el mismo avión viajaban más grupos de estudiantes así que fue una oportunidad perfecta para aprender de los auténticos profesionales. 
Como ya dije, no recuerdo como llegamos al hotel, pero allí se nos volvió a separar según nuestro acometido en la misión. Cada uno compartiría habitación con el que sería su pareja de trabajo. Las habitaciones estaban en distintos pisos del hotel: los de los pisos inferiores éramos los de menor rango. Las vistas buenas eran para los jefes. 
Nos instalamos, nos duchamos y cenamos todos juntos. Después, mientras unos iban a dormir para tener el cerebro a tope para el día siguiente, otros realizamos la primera salida de reconocimiento. Llevábamos despiertos desde las 6:00 de la mañana hora española, no habíamos dormido nada en el avión y eran las 22:00 hora cubana (las 4:00 en España), pero aún así, olvidándonos del sueño, nos lanzamos hacia lo desconocido. Bueno, lo desconocido... Sabíamos el nombre del local al que teníamos que ir para encontrarnos con nuestro contacto en la isla. Así que nos subimos en un par de taxis ilegales (si es ilegal tiene que ser bueno) y le indicamos al conductor amateur nuestro destino: El Diablo Tuntún.  

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