Welcome!

Violators will be prosecuted. Enjoy!

sábado, 19 de enero de 2013

Cuba (Parte 8)

En La Habana hay dos Casas de la Música. Una que está guay, céntrica,  petada de estudiantes divirtiéndose y múltiples grupos tocando, y otra que está en las afueras de las afueras en donde no han visto a un extranjero en su vida. Nosotros fuimos a ésta última.

No es que fuera algo tétrica y metiera miedo, pero es que sí que era tal cual así. Era una casa que ocupaba toda una manzana de un barrio residencial en clara decadencia (respecto a otros de La Habana, ojo). El piso de abajo estaba cerrado porque creo que mataban a gente ahí. Fuimos al piso de arriba por unas escaleras exteriores de madera. Faltaban escalones, sí, pero lo máximo que te podía pasar era que no te dieras cuenta y te cayeras por el hueco muriendo en el acto. Entramos, vimos las caras con la que nos miraron los clientes habituales y nos fuimos. Al salir volvimos a coger el taxi en el que habíamos llegado y fue ahí cuando el maldito taxista nos dijo que igual no era el mejor sitio para nosotros ese. Al parecer hacía unas semanas habían matado a un italiano en ese mismo lugar. Nuestras mujeres estarán un poco más seguras ahora. 
Nos fuimos al Dos Gardenias por recomendación taxistera. Había un monologuista actuando esa noche, así que tomamos asiento y nos preparamos para disfrutar de unas risas que nunca llegaron. Pero bebimos. Elipsis. Llegamos al hotel. Faltaba cerca de una hora para que empezaran a dar el desayuno así que decidimos hacer tiempo deambulando por la recepción. Había dos chicas ahí que resultaron ser españolas. Estudiaban Traducción e Interpretación. "Entonces sois traductrices e interpretatrices", dijo alguien. A partir de entonces estábamos solos.
Nos tomamos el desayuno de los campeones, el último en La Habana. Al acabar faltaban menos de dos horas para irnos. Habíamos quedado ahí mismo, en la recepción. La mayoría de las almas en pena que formaban nuestra expedición decidieron hacer tiempo. El agente Área y yo mismo subimos a echar una cabezadita. Esto es lo que todo el mundo cree que pasó:
Teníamos que estar a las 9:00 en recepción para salir sin falta a las 9:30 hacia Varadero. A las 10:00 alguien intentaba tirar abajo la puerta de nuestra habitación. Era el agente R. Abrí la cara con puerta de dormido. "¡Llevo una hora llamándoos! ¡Bajad ya, que se van sin nosotros! Por cierto, tenéis que coger las escaleras, los ascensores no funcionan". Metimos todo lo que encontramos en la maleta en apenas décimas de segundo, dejando atrás multitud de enseres y un cargador de móvil, y salimos corriendo. Los tres ascensores funcionaban pero de una manera que, estaréis de acuerdo conmigo, no era la más eficiente. No sé si habéis visto alguna vez la pelícola "Atrapado en el tiempo", o "El día de la marmota", o como se llame, la de Bill Murray. Pues con los ascensores estaba pasando algo parecido, sólo que estaban atrapados entre los pisos 3 y 9, más o menos.
Todo comenzó, y aquí hablo de forma conjetural, cuando un grupo de personas subía a sus habitaciones después de desayunar. Le dieron al botón del piso 11. En el piso 5 se subieron unos jóvenes que querían subir al 13, botón que pulsaron. En el 7 unos señores entraron con la intención de bajar a desayunar, así que para abajo que nos vamos. El caso es que los ascensores subían y bajaban sin llegar nunca ni a los pisos altos ni a recepción.
Nos lanzamos pues a las escaleras. Una cerrada ovación nos recibió al llegar al autobús, sobre todo por parte de las personas ajenas a nuestra expedición que llevaban más de una hora esperando por unos "estudiantes".
Pero en realidad lo que pasó, el motivo por el que llegamos tarde al autobús, fue otro bien distinto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario