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miércoles, 16 de enero de 2013

El hombre que nació dos veces.

Era octubre de 1979, así que avanzaremos hasta el 14 de enero de 1989 (buena añada). Dos días después nacía en la cuestera ciudad viguesa de Vigo-ciudad una persona que acabaría llamándose con el paso del tiempo por su propio nombre. Era un niño de la raza bebé. Los médicos aplaudieron, aunque uno lo hacía mal, descordinadamente, lo que provocó la primera carcajada de la imberbe criatura. 
Sus padres debatieron largo y tendido sobre el nombre que debían ponerle. Al final pudo el miedo a que se rieran de él si le llamaba Gumersindo y se acabaron decidiendo por el elegante nombre de Carlos. La criatura fue creciendo a un ritmo endemoniadamente endiablado hasta alcanzar una altura máxima de dos metros cincuenta y siete centímetros (2,57m) el 21 de marzo de 1995. Fue una cosa puntual que sucedió principalmente por un empacho de petisuis y una posterior siesta de cerca de 198 horas. Encogió hasta límites creíbles pero siempre rondando los dos metros de puntillas. 
Vivía en su casa, situada al lado de unas misteriosas ruinas que parecían datar de los tiempos en los que se habían construido. El emplazamiento, justo en lo alto de una colina, pudiendo parecer el mejor, acabó por decepcionar al pequeño Carlos con el paso del tiempo. Corrían los locos años 2000 cuando se enteró de la existencia de un lugar donde el sol jamás se ponía. Carlos era un fanático del sol. Tenía la habitación empapelada con posters suyos. Lo que hizo que su sangre hirviera hasta la ebullición fue descubrir que ese mágico lugar de sempiterna claridad se encontraba a menos de 200 metros de su casa. 
Todo esto es muy bonito pero a nadie le importa una mierda. ¿Por qué nació dos veces? Sé que os estáis preguntando eso con toda la interrogación que puede llegar a acumular vuestro ser. Me gustaría decir que la segunda vez fue cuando salvó a un bebé de las fauces de un león en un edificio en llamas durante un tiroteo, pero no. 
El criajo, si hacéis las pertinentes cuentas con los datos proporcionados por mi persona al principio de este coso, nació un 16 de enero (¡anda, si es hoy! (si es que lo estás leyendo hoy, 16 de enero de 2013)). Sin embargo, legalmente nació dos días antes de nacer. ¿Coincidencia? No tiene sentido usar esa palabra ahí. Los más respetuosos y putrefactos historiadores todavía siguen discutiendo con vehemente dejadez el porqué de este hecho misterios y enigmático a partes proporcionales dos a uno una respecto a la otra. Que si su abuelo se confundió al dar la fecha en el registro, que si nada más nacer decidió jugar durante dos días al escondite, viajes en el tiempo, extraterrestres, conspiraciones judeo-masónicas... Qué más da. 
Aunque oficialmente se diga una cosa, todos celebramos su cumpleaños el día en que nació, pero de años venideros, claro, no nos vamos a estancar en el 16 de enero de 1989 cuando todavía no había nacido yo. 
No permitáis que unos papeles os digan quienes sois o lo que tenéis que hacer. Eso sí, leedme a menudo e invitadme a copas si me veis por la calle. 


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Hai unha gaivota
pousada no tellado
arredor o chan 
está todo mollado. 

Unha luz alaranxada
entra pola fiestra
hoxe celebramos
un día de festa.

Cumpre anos Carlos
el de los cojones largos. 

Felicidades. Fdo (firmado en idioma abreviaturizado): Yo. 

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