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viernes, 6 de diciembre de 2013

Caminos de papel (V)

4
Introducción al fin del mundo

Ehl, Edja y Andson se pusieron de nuevo en marcha. El camino se metió en un bosque y a ellos no les quedó más remedio que imitarle.
    -¿Te he contado alguna vez cómo conseguí el triciclo? -preguntó Ehl.
    -Sí -respondió Edja-. De hecho es lo único que me has contado, y tampoco es que fuera una gran historia. Lo encontraste y punto. ¿Cómo te llamas en realidad?
     -¿Cómo que cómo me llamo? Me llamo Ehl -respondió Ehl, ofendido. Falsamente ofendido.
    -No. ¡Mientes! -gritó Edja, acusándole con un dedo apuntando a su cara. La sonrisa en su pálido rostro suavizaba sumamente el tono-. Ehl no es un nombre de verdad.
     -Ah, ¿y Edja sí?
     -Es un diminutivo.
     -¿De qué? ¿De Edjadiel? 
     -Pues sí -respondió secamente Edjadiel.
     -Ah... es bonito.
   -Claro que es bonito. Y además es real, no como otros nombres. Venga, dime como te llamas. ¿Me lo vas a decir?
    -Puede, pero aún no.
    -¿Por qué?
    -Porque no es el momento.
    -¿Hay un momento para decírmelo?
   -No lo sé, supongo. Hay un momento para todo, ¿no? ¿Por qué lo quieres saber, de todas formas?
  Edja se encogió de hombros, en un gesto que seguía significando indiferencia o desconocimiento. Puede que el uso del lenguaje escrito se hubiera perdido, pero el corporal seguía vigente y accesible a todo el mundo.
    -¿A dónde estamos yendo? -preguntó Edja tras un rato de silencioso avance entre los altos árboles plagados de ardillas.  
     -Me alegro de que me hagas esa pregunta.
     -¿Por qué te alegras?
     -Porque así te puedo contar el propósito de esta aventura.
     -Oh, ¿qué aventura?
   -Me alegro más aún de que me hagas esa otra pregunta. Érase una vez... ¿Por dónde quieres que empiece?
     -Por el principio, ¿no? ¿A qué te refieres?
     -¿Qué sabes?
     -¿De qué?
     -De historia.
     -Ah... ¿Del viejo mundo?
     -Sí, bueno, del fin del viejo mundo, más bien. 
   Edja puso su cara de pensar, arrugando ligeramente su naricita y emitiendo un suave “uhmm”.
     -No mucho...
    -Vale, no pasa nada. Empezaré por ahí entonces -Edja asintió. Tenía los ojos fijos en Ehl. Los de Ehl apuntaban hacia el camino. No quería tropezar y caerse-. Érase una vez...

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