Titanic: la película basada en el barco
Reconocí a lo lejos la
silueta de un edificio. ¡Ya sabía dónde estaba! La ciudad del viento: Roma. La
torre Eiffel inconfundible al fondo, dando vueltas sin parar. Crucé el río por
un puente desierto, cubierto de sacos de arena. “Thames”. Mi corazón me decía
que me estaba acercando.
…and that’s all. So we are on this plane heading to Glasgow.”
La chica se llamaba If, según entendí. Era más joven que yo.
Tendría aproximadamente la edad de una chica de 30 años. Y nos dirigíamos a
Glasgow, a recoger una herencia. Al parecer su abuelo había muerto hace poco y
era muy rico. Vivía en un pequeño castillo escocés y me imagino que llevaba
falda, aunque eso no me lo especificó If. Como “yo” era abogado me había pedido
que la acompañara para ayudarla con el papeleo legal que hay en estos casos de
muertes de millonarios. Yo esperaba que no hubiera ningún lío, porque la
abogacía la llevo muy mal. Nunca he ejercido. Es más, nunca he estudiado nada
relacionado con el derecho. Por supuesto, fui a la universidad, como sabéis. Lo
que allí estudié nadie lo sabe. Mis profesores sí. Y mis compañeros. Y yo. Pero
nadie más. Las clases eran tan secretas que muchas veces ni los profesores
acudían a darlas. Pero se impartían igual. Es lo que tiene la Facultad de
*****.
Llegamos a Glasgow en el mismo avión en el que estábamos. Hubo
gente que aplaudió el aterrizaje. Yo no. Yo soy muy exigente con mis aplausos.
No los doy así de cualquier manera. He aplaudido tres veces en toda mi vida. La
primera, cuando derrote a la estúpida nieve. La segunda fue cuando apareció el
porno en Internet. La tercera cuando acabé la carrera de *****.
En el aeropuerto nos esperaba Alfred, el mayordomo de la familia.
Un mayordomo humano, que risas. Nos subimos al coche. En el largo trayecto
hacia el norte If durmió y yo miré melancólicamente por la ventanilla, porque
estaba lloviendo y si alguien estaba grabándome y poniendo música triste de
fondo le iba a quedar un video cojonudo.
Mi cara de videoclip se transformó en algo así :O cuando el chófer
y mayordomo nos avisó de que habíamos llegado a nuestro destino. No quiero
tirar de tópicos, pero si me quiero ceñir a la realidad he de hacerlo. El
castillo, de una piedra grisácea característica, estaba situado en el típico
paisaje escocés de suaves colinas repletas de ovejas. Había, por supuesto, un
lago, donde me pareció vislumbrar una misteriosa criatura. Un grupo de hombres
con falda lanzaban troncos de árboles a varios metros de distancia por
diversión. Unos gaiteros nos daban la bienvenida a nosotros y al resto de la
familia que acudía a por su parte del pastel. Había dos hombres pelirrojos
destilando whiskey, así como unos ancianos bebiéndolo. Tres guerreros con la
cara pintada de azul jugaban al rugby. Y estoy prácticamente seguro que dos de
los camareros eran David Coulthard y Andy Murray. Un perro ovejero se acercó
moviendo el rabo a saludar a If. Según pude saber, se llamaba Sean Connery.
Nos hicieron pasar al interior del castillo. No me fije bien así
que no lo voy a describir por dentro. Sé que de pronto estábamos cenando en un
gran comedor. If charlaba animadamente con parientes a los que hacía tiempo que
no veía. Eran siete los familiares del difunto cadáver fallecido, a los que
debíamos ser sumados los acompañantes extrafamiliares. En total, doce
personajes reunidos bajo un mismo techo esperando volver a casa un poco más
ricos. La noche no había hecho más que empezar. ¿Quién sabe las sorpresas que
nos puede deparar? Yo. Porque ya lo viví. Pero lo que pasó una vez nos
levantamos de la mesa y fuimos al salón os lo cuento en otra ocasión, porque se
merece un capítulo aparte.
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