“Prohibido cantar”
Me considero una
persona sensible, amable, voraz y humilde. Mi nota como padre, en el caso de
que viniera alguien a hacerme una encuesta y me preguntara: “Y usted, señor,
¿que nota se pondría a sí mismo en el caso de que alguien viniera a hacerle una
encuesta y le preguntara por la nota que se pondría como padre?”, es un 9. No
lo digo yo, es un hecho. Por eso he abandonado mi hogar, en contra de mi
voluntad, y he emprendido esta loca, loca aventura de encontrar a mis
auténticos hijos a los que, en el caso de que sean relativamente guapos y
listos, querré como solo un padre puede querer: sin mariconadas. Así que aquí
estoy, saliendo por el portal de mi casa, dándome cuenta de que es sábado y que
había quedado con los colegas para tomar unos cacharros, con lo que mi búsqueda
queda pospuesta sin dilación hasta el lunes. Un hombre divorciado de
cuarentaypocos años necesita divertirse con sus amigotes de vez en cuando. Lo
demás puede esperar. Mis amigos, mis hermanos del alma, mis compañeros de
asiento en este viaje que es la vida, son patéticos. Los dos. Y no lo digo yo.
Lo dicen ellos. A ver, no lo dicen pero yo sé que lo piensan. Y si no lo hacen,
deberían. Porque mira que dan pena los pobres. Yo me río de ellos bastante,
pero sin disimular, para que se enteren. Y lo digo yo, que era el mantenido de
una prostituta. Porque a mí lo de trabajar me cansa. Cuando mi mujer me
abandonó y me quedé al cargo de lo que luego resultaron ser tres críos
aleatorios, ellos dos fueron los únicos que no me dieron la espalda. Por eso
seguimos saliendo juntos. Además de que tienen pasta para invitar a cubatas,
que como viven con sus madres no gastan en hipotecas ni alquileres. Yo soy su
líder, y como tal, les voy a pedir hoy mismo que se me unan en mi descabellada
aventura. Y así baje Dios todopoderoso, creador de todo lo creable, que rompió
el molde conmigo, su más excelsa criatura, y sea testigo presencial de este
épico mensaje que estoy gritando en mitad de la acera que viene a decir algo
así como: prepárate mundo, que allá vamos.
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