Welcome!

Violators will be prosecuted. Enjoy!

martes, 23 de octubre de 2012

Humano. Capítulo 3.


O lo bien que queda poner un título así

Es domingo. Por el sol diría que son las 12 de la mañana. Por el viento en la cara diría que estoy en un jodido barco en mitad del océano. No recuerdo nada de anoche, lo cuál sólo puede significar una cosa: noche antológica. Los mejores recuerdos de mi vida son los que no tengo. Puede parecer triste, pero a mí lo que me entristece es la gente que no se divierte tan brutalmente como yo. “Party hard y no mires con quien”, como decía mi padre. Para que os hagáis una idea de cómo soy, tengo los brazos cubiertos de tatuajes y no recuerdo haberme hecho ninguno. Cuando estaba en la universidad mi más entrañable pasatiempo era despertarme el viernes a las cinco de la tarde como muy temprano y, con la misma ilusión con la que un niño entra al salón de su casa el día de navidad, descubrir qué obra de arte había estampado en mi piel guiado por mi subconsciente alcoholizado. Eso en las noches más light. Así que despertar desnudo en la cubierta de un pequeño pesquero no era una novedad para mí.
Supongo que no estoy solo, pero no veo a nadie más. Oye, que igual cogí, me acerqué al puerto, me introduje de un salto en el barco con gracia felina, apunté hacia mar adentro, levé anclas, encendí motores y me puse a dormir mientras las hélices hacían el trabajo duro. Ah, pero no. Aquí hay dos personas más. No los había visto porque soy gilipollas y veo fatal, pero estaban aquí enfrente de mí. Paco y Pepe, Pepe y Paco, quienes si no. Mi séquito. Mis leales escuderos. Dos catetos para mí, su hipotenusa. Los dos repugnantes testículos para ese falo majestuoso que vendría siendo yo. Ellos, por suerte, están vestidos. Menos mal. Alabado sea el señor por librarme de la traumática visión que sería ver sus desnutridos y obesos cuerpos, respectivamente, desnudos. Realmente son los dos tirando a flaquillos. Paco tiene el pelo largo y pelusa por bigote. Pepe es calvo. O al revés, yo no me fijo en esos detalles, no soy maricón.
Uno de los dos está detrás del timón. El otro está vomitando por la borda. Novato. Parece que el timonel intenta comunicarse conmigo. Le veo mover los labios, pero no le puedo escuchar porque estoy pensando esto. Voy a parar.
Os lo resumo, que estuvimos hablando un buen rato. Estamos yendo a Argentina. Resulta que ayer les conté lo de mi plan, como tenía previsto. Enseguida nos vinimos arriba y empecé a contarles datos que nos serían de ayuda para empezar la búsqueda. Como estaba totalmente borracho la mitad de lo que decía era mentira, así que en vez de sugerirles empezar por el hospital donde sabía que habían nacido mis tres pequeños, les conté no se que historia de mafias internacionales de robo de bebés, ajustes de cuentas, dragones y algo de sexo. El caso es que ataron esos cabos imaginarios y dedujeron que todas las pistas guiaban a un mismo lugar: los andes. Una vez que me contaron eso, estuve tentado de tirar del equivalente marino del freno de mano y dirigirme de nuevo hacia la costa para hacer las cosas con algo de sentido común. Pero pensándolo bien, la sola idea de ir al hospital y enfrentarme a los kilómetros de papeleo que supondría reclamar a mis hijos me aburría soberanamente. Así que me callé, les felicité por su perspicacia y me dejé llevar. Al fin y al cabo, un viaje en barco a Argentina no es algo que se haga todos los días. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario